Historia de la corbata

Historia de la corbata
Historia de la corbata

Una corbata es elegante sólo si está hecha de una selecta seda.

La primera seda empezó a elaborarse en China en el año 2640 a.C. Desde allí se extendió su comercialización a través de la “Ruta de la Seda” hacia Persia sobre el año 400 a.C y posteriormente hacia el resto de Asia y Egipto. A Europa no llegaría este extraño material hasta el último siglo a.C. Entre los romanos la seda se convirtió rápidamente en un producto de lujo muy codiciado. La exclusividad de este material no varió en absoluto durante el tiempo, continuando incluso cuando los árabes en el S. VIII empezaron a realizar su propia producción de seda y extendiéndose posteriormente en el S. X a la península itálica.

 

En la edad media la seda se producía, negociaba y transformaba en casi todas partes, dominando los florentinos esta especialidad de la industria textil hasta el S.XVII. Para entonces los franceses innovaron con un delicado tejido, en un principio, para el mundo de la moda y las necesidades de la Corte. Sobre el S.XVIII se asentó lentamente la tendencia inglesa en la moda de hombre realizada en lana y algodón. Pero la seda no desapareció de escena. Esta se reservó para chalecos, delicadas batas y medias así como para volantes de vestidos y forros.

 

En el S.XVIII las exclusivas corbatas de los dandys no se fabricaban todavía de seda sino en un lino blanco como la nieve o en un fino y noble hilo. No fue hasta finales de la década de 1880 cuando se empezó también a utilizar la seda como un material para los accesorios de cuello. Esto fue posible gracias a la progresiva industrialización y todas las posibilidades que ofrecía la producción masiva de la seda. Los hombres se entusiasmaron rápidamente por los diseños geométricos de Macclesfield y por los sensacionales diseños orientales Paisleys de la ciudad con el mismo nombre en Escocia. Desde el S. XVIII y hasta también hoy día, la fibra de seda de las Colonias británicas se hilaba y tejía con los exóticos patrones de la India.

 

El principio básico de la extracción de la seda no ha cambiado mucho desde sus inicios. Aún y así, es un proceso que requiere mucho tiempo y mano de obra. Una vez los gusanos de seda han hecho el capullo, las llamadas “crisálidas” se matan con vapor o aire caliente. Los capullos se sumergen en agua para ablandar la capa de cola que se ha unido al filamento del capullo. Este hilo se enrolla con ayuda de unos cepillos en bobinas de 3000 m de largo aproximadamente, pero sólo de 300 a 800 m serán aptos para su posterior transformación en seda bruta de alta calidad. Antes de que pueda ser hilada y tejida, tiene que ser hervida con jabón para eliminar los restos de cola, este proceso es llamado por los expertos como “desgomado”.

 

China sigue siendo hoy en día el mayor productor de seda virgen de alta calidad. Sin embargo, el centro mundial para el tratamiento de tejidos de seda para corbatas radica en el norte de la ciudad italiana de Como. Todas las empresas locales ofrecen el proceso de producción completo, desde el diseño de muestras hasta la producción final. La seda se estampa o teje a partir hilos de seda de diferentes colores. La estampación es la técnica ideal para diseños florales o con figuras ya que permite reproducir fielmente cualquier tema. La seda tejida se hace ideal para diseños geométricos y ordenados rítmicamente ya que estos permiten ser mejor caracterizados en la trama.

 

Realizar una valoración correcta sobre la calidad de un producto como la seda es difícil incluso para los profesionales más experimentados. Visualmente apenas hay diferencia entre seda sintética o real, por lo que el sentido del tacto ayuda en esta valoración. La diferencia más obvia entre seda real y fibras sintéticas es que de la imitación resulta un hilo más liso y suave. Por lo tanto hay que examinar la corbata dejando deslizar los dedos sobre ella. La seda real será inevitablemente rugosa a la piel y habrá esquinas que se enganchen con las uñas, mientras la imitación se deslizará libremente entre los dedos.

 

Otra prueba de calidad muy recomendada es estrujar y arrugar la seda. A una buena prenda no le quedarán arrugas permanentes. Sin embargo, sobre este punto hay que tener cuidado cuando se arrugue una corbata en una tienda. Existen otros métodos de comprobación, como por ejemplo quemar el tejido, que por supuesto el usuario final no puede utilizar. Por lo tanto finalmente, debemos confiar en el compromiso de calidad de la marca de la corbata. Una buena marca, es, probablemente, sinónimo de buena calidad además también cuando el precio lo refleja. Con precios de ganga no se puede obtener la máxima calidad.